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¿En tu libro o en el mío?

Como si estuviera leyendo un libro, mi libro favorito, ese que me encanta repetir, una y otra vez. Y cuando lo vuelvo a leer, lo hago de la manera más lenta posible para que las palabras me parezcan muy separadas y que los espacios entre ellas sean infinitos.

Y aunque siga navegando entre los espacios de esas palabras, todavía te siento, siento cada palabra de esa historia infinita que un día comenzó y que nunca acabó.

Me siento sumergido en cada espacio entre palabras, como en un lugar más allá del mundo físico, un lugar infinito y eterno que te deja flotar entre las nubes y el espacio. Y en ese lugar sin fondo, es donde se encuentra todo lo que necesito saber, y lo que nunca supe que existía.

 

Allí estoy, muy lejos para ti, entre palabras, flotando en la nada, levitando sobre el horizonte, entre la imaginación de tu pensamiento… es lo que soy en este mismo momento.

 

 

 

“Déjame marchar, debo seguir el camino… por mucho que lo desees ya no puedo seguir viviendo en tu libro de fantasía”.

 

¿Dónde iré? Es muy difícil explicar o tal vez a Finisterre. Pero si algún día llegas allí, ven a buscame y entonces nada ni nadie podrá separarnos, porque ya habremos aprendido cómo hacerlo.

 

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