¡Vivimos constantemente en el mismísimo punto de inflexión!
¿Y por qué cito esta gran afirmación un lunes comienzo de semana?
Porque somos muy exigentes con nosotros mismo, y tristemente derivamos esa conducta hasta nuestros propios hijos.
Admito que vivimos o mejor dicho sobrevivimos. Permanecemos sumergidos en nuestras rutinas, vamos cada día corriendo de un lado al otro, cumpliendo con nuestras obligaciones diarias y nos mantenemos envueltos en esa falsa seguridad que nos da la sociedad.
Está claro que no tenemos tiempo para reflexionar y mucho menos sobre nuestro destino, es que ni siquiera estamos claros del sentido de nuestra propia vida.
Vaya marco de conformidad e inercia en la que vivimos. Y como dicen: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.