Me canso de leer y ver consejos de interrelación humana cada día. Buscamos y seguimos buscando esos tips de sabidurías y de como ser mejor cada día, seguidamente vamos y los publicamos en nuestros diferentes muros de cuentas personales en las redes sociales.
¡Leemos, copiamos y pegamos, estamos automatizados!
¿Es que estamos totalmente ciegos?
¿El tema es que nos negamos definitivamentea a reaccionar?
¡Estamos perdiéndonos en un pozo sinfín al desafecto, del no contacto físico!
Está claro que ¡nos acercamos a la gente más lejana, pero a la vez nos alejamos de las que más cerca tenemos!
¿Qué ha pasado?
Sigo dándole vueltas a mi cabeza. Y deduzco que, “no interiorizamos nuestras acciones”.
Camino, viajo en tren y observo a la gente, entro en un restaurant y puedo apreciar a familias cenando, me percato que la mayoría están conectados, si totalmente conectados al móvil, sin parpadear un ojo del dispositivo, voy a reuniones y los ejecutivos no paran de responder cada e-mail que le llega, y así podría contar muchas más situaciones en las que a diario me cruzo. Estamos totalmente conectados, pero desconectados de la realidad y de lo que acontece en nuestras propias narices.
¡Queremos estar en todo y en todas partes al mismo tiempo, pero lamentablemente lo que tenemos en frente nos lo estamos perdiendo!
Ohhh… Bendita tecnología que ha llegado para quedarse entre nosotros, y así lo puedo asegurar! A llegado para quedarse totalmente entre nosotros. Si no, con la certeza de que volveríamos a perder años en llegarnos la información tan inmediata. Pero está claro que estamos abducidos, sucumbidos a la tentación, prestamos toda nuestra atención a ese nuevo mensaje, al nuevo correo, horas de pantalla los traduzco en tristes silencios familiares y tan distantes relaciones interpersonales… Conectados 100% a nuestro móvil pero desconectados de nuestra realidad.
Es verdad que nunca se había visto en la historia este hecho de estar tan cerca de las personas que no vemos, y que en muchos de los casos personas que ni conocemos físicamente. Es de reconocer y agradecer la capacidad que tenemos en la actualidad, lo fácil que es ahora de acercarnos a la gente tan rápidamente. Pero debemos admitir lo peligroso y la capacidad tan devastadora que tiene de robarnos la atención y nuestro preciado tiempo, apartándonos en presencia de nuestros seres queridos. Qué triste que se nos va marchitando el afecto, ese contacto físico, se nos van agotando los días y las horas de convivencia con los que tenemos tan cerca.
“Escríbeme para saber que estás bien, o para saber que estás vivo” eran los mensajes de una viaja amiga. ¡Qué triste!
Podría escribir largo y tendido sobre las redes sociales porque aseguro que a pesar de robarnos horas y horas de contacto presencial, también nos han ayudado a este propio contacto físico, para que cuando se produzca sea mucho más profundo e interesante. Está claro que a través de las redes sociales se prepara el contacto y se va manteniendo una llama viva. Aun así, cito un ejemplo:
Los grupos de WhatsApp: De repente apareces en uno, bien sea de familia, de amigos, una fiesta, una reunión, de la nueva actividad o fecha, alguien se inventó algo y shas, mensajes y mensaje no paran de llegar… Puedo asegurar que al cabo de poco tiempo me he salido de estos grupos y restringir hasta personas, así como horas de conexión. Y aunque algunos lo han entendido hay otras personas que sospechan que hay algo raro en mí y llegan hasta molestarse.
Puedo asegurar que en muchas ocasiones, está claro que los encuentros serían menos intensos sin este previo contacto y creo totalmente que algunos encuentros ni se producirían. La gran conclusión de esto que a pesar de lo beneficiosa y rápida que puede llegar a ser esta intercomunicación tecnológica debemos ser conscientes y utilizar estas herramientas para: “seguir acercándonos a las personas que tan lejos están de nosotros y que a la vez no perdamos el contacto de las que tenemos tan cerca”.