Es que en el fondo parecemos masoquistas… se da el caso que nosotros mismos somos quienes nos herimos.
Dejamos, consciente o inconscientemente, que otras personas nos dañen, bien sea por nuestras expectativas, nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestras pasiones, nuestras inseguridades, nuestras dependencias, pero sobre todo por nuestros miedos…
Cueste lo que cueste, debemos aprende a gestionar nuestras emociones, debemos interpretar de un modo objetivo aquello que nos ocurre, lo que nos afecta, relativizar y huir del victimismo, aprender a ponernos escudos, empoderarnos, protegernos madurando emocionalmente y enfocarnos en los que sentimos para que nada ni nadie nos afecte, tenemos que centrarnos e identificar todo tipo de relaciones y personas tóxicas que se enmascaran bajo diferentes síntomas que no vemos como el chantajes emocionales, amenazas, victimismo, dependencia, manipulación, celos, rabia, …

Debemos tener muy presente que nadie puede hacernos daño si nosotros mismos no lo permitimos.
Y al final, lo importante es asumir la responsabilidad de nuestra evolución y crecimiento personal, asumir la responsabilidad de nuestras emociones, porque cuando nosotros estamos bien, todo funciona mejor y también estaremos mejor con el mundo y en todas nuestras relaciones.