Independientemente de las situaciones que nos toquen vivir. Dónde sea que tu Dios te haya plantado, ¡intenta florecer..!
Nuestra alegría y razón de vivir no proviene del exterior, no depende de los demás ni de las circunstancias que te puedan rodear en ese momento. Nosotros mismos podemos proporcionarnos alegría y razón para vivir cada día. Tan sólo hay que vivir en el hoy, aquí y ahora, sean cuales sean las circunstancias.
Por norma general, cuando no damos frutos donde estamos plantados, bien sea en nuestro propio hogar, escuela, trabajo, etc… Es el momento de tomar una decisión de cambio.
Las crisis forman parte de la vida, pero lo inteligente y práctico es aceptarla y transformarla en una oportunidad positiva y extraordinaria, que nos pueda fortalecer y enriquecer cada día.
Mantén tus ojos bien abiertos, pero sobre todo abre tu corazón, siente y fluye a través de él para que puedas florecer ahí, en el lugar y con las personas que estén de tú lado en la vida.